Libertad
Uno de los grandes esfuerzos de la filosofía se ha enfocado en definir el significado de la libertad. Por ejemplo, para Heidegger, como para Hegel y Spinoza, la libertad es la necesidad más alta (SERREAU, R.; 1993, p. 103).
Los filósofos han adoptado una serie de posturas multiplicativas que desbordan cualquier intento por conceptualizarla de forma definitiva. Incluso, cualquier esfuerzo por explicar su significado sería un esfuerzo líquido, que hace agua, esto es, que se diluye rápidamente.
La historia de la humanidad ha sido la historia de la lucha por la libertad, entre quienes la ganan a costa de arriesgar su vida y de quienes la pierden a cambio de conservar lo único que tienen. Según Bauman, hay dos valores para la vida misma: libertad y seguridad.
Para él, la segunda sin la primera es la esclavitud y la primera sin la segunda es el caos (BAUMAN, Z., en conferencia de Foro de la Cultura – 2015, junto a Javier Gomá).
Según la dialéctica hegeliana del amo y el esclavo, siervo es el que se reafirma en el deseo de conservar su vida y amo el que se reafirma en la supresión de su temor a la muerte, de donde el primero se vuelve esclavo no sólo del segundo, sino también de la vida misma.
La libertad, entonces, es un asunto de vida o muerte, pues no representa sólo el placer de sentir, sino también el de existir con conciencia de sí mismo. Sin libertad la vida no es vida y deviene en contradicción permanente. El esclavo vive luchando por alcanzar la vida que se les escapó de las manos.
Libertad y responsabilidad social
La historia se mueve hacia la libertad, pues la historia del hombre es el hombre mismo y este no busca más que su propia liberación creciente. La consolidación evolutiva de la sociedad se ha realizado y se sigue realizando bajo el pretexto de la libertad, porque entre más libertades tienen los individuos más desarrolladas se dicen ser las sociedades.
Pero este tipo de afirmaciones no sólo son apresuradas y mal interpretadas, sino también vacías y engañosas. Mayor libertad, en el fondo, debería ser el equivalente a mayor responsabilidad social. Sin embargo, la realidad apunta hacia otro lado.
La libertad está en el carácter social del individuo. “La libertad en su sentido más amplio sólo puede significar la libertad de los hombres, unidos todos en sociedad, para conseguir el mayor bienestar posible colectiva e individualmente, para que cada individuo pueda desempeñar su cometido con relación a los demás con la mayor libertad y plenitud (…).
La libertad es, en efecto, el poder para llevar a cabo lo que deseamos y necesitamos para alcanzar una vida mejor” (SELSAM, H.; 2005, pp. 144-145).
Las libertades, individualmente interpretadas, obstruyen el sentido humanitario de la vida en sociedad. Como lo expresa Javier Goma, “hemos pasado del estado de comunidad al estado de inmunidad.
Comunidad representa un apoyo, un refugio, pero también tiene un papel negativo, porque obliga a respetar el papel que la comunidad impone. La inmunidad es aquella en la que ya no se tiene libertad, se está solo, cada quien se enfrenta a sus problemas. Eres libre, pero debes salir adelante sin ayuda de nadie. Inmune es cuando nos escandalizamos, pero no hacemos nada.
La inmunidad es la nueva sensibilidad ante la desigualdad” (GOMÁ, J., en conferencia de Foro de la Cultura – 2015, junto a Zygtmun Bauman). Las libertades, individualmente interpretadas, provocan la inmunidad al dolor social y promueve la indiferencia política.
Libertad e individualidad
Cuando las libertades individuales sugieren la dirección del progreso social, cuando se constituyen como el punto de partida y el punto de llegada de la historia humana, entonces la misma humanidad entra en contradicción con su propia naturaleza.
El ser es un ser solo en la interacción con sus semejantes, porque únicamente en la interacción concreta el ser se expresa como lo que es. El ser es en relación a otro, al mismo tiempo que no-es por consecuencia de otro que es. La naturaleza humana es, por defecto, de esencia social.
El ser realizado, en términos hegelianos, “es una conciencia en sí y para sí, y lo es en tanto es un ser reconocido. Según Sartre, es la existencia del otro la que me hace tomar conciencia de mí.
Cuando miro al otro, éste deviene mi cosa; cuando él me mira, yo pierdo mi libertad, me convierto en el esclavo del otro, quien entonces es dueño de la situación” (SERREAU, R.; 1993, p. 94). El ser individual, entonces, es un ser social.
El ser reconocido es un ser que se ha dado en la interacción con otros. Los problemas del individuo son los problemas de la sociedad y los problemas de la sociedad son los problemas de todos.
Los problemas locales ahora requieren soluciones globales, por cuanto la humanidad ha progresado a una espiritualidad general que se expresa en la globalización de los problemas y las soluciones. El mundo no es el individuo, el mundo somos todos. Las evidencias de la pandemia hablan por sí mismas.
La libertad es movimiento abstracto y el individualismo es estática concreta, por cuanto la libertad es una manifestación líquida que se inquieta a sí misma, que se reafirma en la posibilidad de ser y no ser, pues el individuo se dice libre sólo si tuvo la oportunidad de autodeterminarse y darse una autonomía; mientras el individualismo es una manifestación sólida que se reafirma en la tiranía del yo, un ego eterno que desea permanecer inmutable (siempre real, siempre vigente, siempre libre, siempre joven, siempre hermoso).
Ambas realidades, la libertad como movimiento abstracto y el individualismo como estática concreta, se contradicen y se superan a sí mismas hasta alcanzar nuevos grados de libertad e individualidad.
Entre más libre es el ser humano, más individualidad puede asumir para sí; al mismo tiempo que, entre más individualidad se impregna para sí, más libertad exige en su entorno. Para el posmodernismo, libre es quien no necesita de otro; por ejemplo, quien no necesita de un médico para calcular los valores de su presión arterial, al creer que haciendo uso de un aparato electrónico puede lograrlo por sí mismo.
Pero esto no deja de ser una simple apariencia, en virtud de que cualquier dispositivo electrónico sólo es una mediación realizada por otro individuo que ha visto la forma de sustituirse por un objeto. Lo individual, pues, no deja de ser social. Lo instrumental no sustituye a lo esencial.
Referencia
- Conferencia citada, ver aquí (https://www.youtube.com/watch?v=dy7mPXvhLZU).
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