Sobre el acto de investigar: Investigar, según el Diccionario de la Lengua Española (actualización 2023), es realizar actividades intelectuales y experimentales de modo sistemático con el propósito de aumentar los conocimientos sobre una determinada materia.
Investigar es un andar hacia lo desconocido. Es buscar algo que está, o que se cree estar, pero que no se sabe. Significa emprender hacia el otro lado de lo nuestro, de lo ajeno a nuestras mentes, pero que se desea poseer.
En términos de investigación, el conocimiento es el objeto de su persecución. Para quien investiga no hay otro punto de llegada que no sea la capacidad de dar cuenta de las cosas y sus procesos; ya sea en forma de explicación o comprensión. Si la mirada del investigador apunta hacia otro lugar, entonces habrá perdido el horizonte.
Lo que se hace con el conocimiento es un asunto ajeno al acto de investigar. De la cuestión cognitiva (investigar para conocer) se pasa a la cuestión ética-utilitaria (el uso del conocimiento). Aunque esta podría influir en aquella, la estructura de ambos momentos permite afirmar que estos, aunque íntimos, están divorciados.
El propósito de la investigación es imponerse del conocimiento. Pero este conocimiento, para que sea digno de su investigación, debe estar bajo la sombra de su ignorancia; es decir, debe estar fuera del dominio humano. Su desconocimiento, entonces, aparece como un problema, pero sobre todo como una oportunidad.
La oportunidad de investigar viene dada por aquello que se ignora. No se investiga, pues, lo que ya se sabe; o, más bien, no se investiga lo que no se ignora o sobre lo que no se sospecha. Metodológicamente hablando, no son investigaciones aquellas que no se enfrentan a la ignorancia de la realidad. La ciencia avanza de cara a ella.
Por ello, como ya se ha dicho, investigar tiene como propósito “aumentar los conocimientos”. Ese aumentar implica traer al dominio humano un conocimiento nuevo, un saber que suma, que antes no se tenía y del que ahora se dispone, aunque no se le considere un conocimiento absoluto o indiscutiblemente verdadero.
Investigación y conocimiento
Llámese conocimiento a la aprehensión de la realidad, como un acto consciente por el cual se le comprende y se le describe frente a otros. Se entiende como la actividad y el producto del intelecto, mediante el cual se identifica el contenido, el alcance y la configuración de lo que acaece.
Dentro de esta conceptualización se podría incluir cualquier tipo de conocimiento, incluso aquel que no interesa a la metodología de la investigación -científica-, como el conocimiento mitológico o el conocimiento vulgar, en tanto que estos no necesariamente se sujetan a la pretensión de objetividad y veracidad.
La investigación, de la que se habla en este artículo, es aquella que aspira a un conocimiento cualificado, dominado por la aspiración de objetividad y veracidad, y a cuya base se encuentra el imperio de la razón y la actitud crítica del investigador.
En tal sentido, el propósito de la investigación es el conocimiento, es decir, la aprehensión racional de la realidad, como un acto consciente por la cual se le comprende y se le describe con pretensión de objetividad y veracidad frente a otros.
El conocimiento, en general, permite avanzar hacia el estado de cultura y salir de la condición de animalidad. Por su parte, el conocimiento que aspira a la objetividad y veracidad, y que se sustenta en la lucha y hegemonía de las teorías más fuertes, es el que permite el desarrollo de la ciencia.
Fuentes y posibilidades del conocimiento
El conocimiento es el fin y el origen de la ignorancia. Por una parte, revela y, en consecuencia, clausura lo desconocido, y, por otra, habla de su existencia. Quién es consciente de lo que sabe, también es consciente de lo que ignora. Expresa, de este modo, el retorno constante sobre sí mismo.
El conocimiento emana de la razón (racionalistas) o de los sentidos (empiristas), según su aprehensión sea posible por el intelecto en sí mismo considerado (por ejemplo, la intuición) o por el encuentro de los sentidos con el mundo sensible (por ejemplo, la observación).
La fuente del conocimiento, a diferencia de los racionalistas o empiristas, ha dicho Popper, reside en la actitud crítica y progresiva de la ciencia. Parafraseando al referido autor, se advierte que, en tanto que el intelecto y los sentidos pueden orientar al error (como la creencia de que la tierra era el centro del universo), lo que interesa es detectar y eliminar el error (POPPER, K., 1983; pp. 49-51).
Para ello, bajo la concepción del racionalismo crítico, ha planteado que la forma de detectar y eliminar el error al que puede conducir la razón o los sentidos, consiste en criticar las teorías y presunciones, de modo que, sólo cuando esas teorías resisten las críticas o intentos de falsificación, es que esas teorías, sustentadas en el intelecto o en la observación, pueden nutrir el conocimiento -provisionalmente verdadero-.
La discusión sobre las fuentes del conocimiento conduce a la discusión sobre la posibilidad de conocer. Si se piensa que existen fuentes del conocimiento, podría estarse asumiendo una aptitud optimista, por la cual se piensa que el ser humano sí puede conocer la esencia de las cosas.
La doctrina de la verdad manifiesta, en los términos de la doctrina de la veracidad de la naturaleza (veracitas naturae) o de la doctrina de la veracidad de Dios (veracitas dei), de Bacon y Descartes respectivamente, son ejemplos del optimismo epistemológico, es decir, la creencia de que al ser humano les es posible conocer con claridad y facilidad (POPPER, K., 1983; p. 27 y siguientes)
En cambio, el pesimismo epistemológico niega la posibilidad de que el conocimiento sea fácilmente aprehendido. La alegoría de la caverna de Platón y la idea de Demócrito, relativa a que la verdad se halla oculta en las profundidades, revelan formas de ese pesimismo. El escepticismo kantiano, relativo a la imposibilidad de conocer la esencia de las cosas en sí mismas, también da cuenta de ello.
Como se observa, el conocimiento del conocimiento no es tan sencillo. Más bien, su satisfacción exige la sobreposición o superación de una serie de problemas adscritos a su esencia. Con el fin de estudiar con rigor el conocimiento del conocimiento surgieron la gnoseología y la epistemología.
Presupuestos de la investigación
Considerando que la aprehensión del conocimiento es el propósito de la investigación y que el conocimiento está rodeado de una serie de problemas asociados a su naturaleza, características, fuentes y fines, la investigación asume una serie de procedimientos, herramientas y estrategias para soslayarlos y superarlos, procurando satisfacer el designio que la domina.
El método de investigación, por ejemplo, reúne los procedimientos, las herramientas y las estrategias para la aprehensión racional de la realidad, como un acto consciente por la cual se le comprende y se le describe con pretensión de objetividad y veracidad frente a otros.
Por ello, para investigar no solo se debe conocer acerca de la teoría que caracteriza al fenómeno investigado, sino que también es necesario conocer sobre la organización epistemológica y metodológica que hace posible el conocimiento de dicho fenómeno.
En tal sentido, puede afirmarse que son tres los presupuestos fundamentales de la investigación. Por una parte, el presupuesto epistemológico; por otra, el presupuesto metodológico; y, finalmente, el presupuesto teórico. Sobre estos me referiré más adelante.
Referencia
- POPPER, Karl, Conjeturas y refutaciones, traducción de Néstor Miguez, Editorial Paidos, Buenos Aires, 1983.
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